El sábado empezó temprano... o el viernes terminó tarde, como se prefiera. El cuento es que a las 5 y tanto de la madrugada del sábado estaba recién encendiendo mi calienta-cama (el mejor invento electrodoméstico después de la mini-pimer)como para acostarme. Hay que decirlo: lo pasé muy bien en el cumple de la Jose.
A las 10 de ese mismo día, entró mi adorada mami cantando alguna de esas canciones que se les canta a las personas que están con caña. Yo no tomé nada (tengo testigos, jeje), pero no recuerdo la última vez que me acosté TAN tarde. Asi que luego de que mi mami me despertara tan fiesteramente, no pude seguir durmiendo. Casi 5 horas dormí, pero mi cuerpo sabe que no es suficiente.
A la hora de almuerzo, como muchos sábados desde hace 6 años ya, pasó a buscarnos mi papá, sin planes para almorzar, asi que había que empezar a ingeniárselas con algo BBB (bueno, bonito y barato). Mientras cerraba mi casa, procurando que la Donna y la Perlita tuvieran su comida y agüita para la tarde, llamó mi abuelo a mi papá: estaba en un "Club de jubilados y montepiadas" de algún ex-servicio-público. Tenían curanto a $2500 el plato.
A mi papá le brillaban los ojitos, así que fuimos. La verdad es que a mi no me entusiasmaba mucho la idea... solo pensar en amiguitos de mi abuelo que no he visto desde que "estaba en la güatita de mi mamá", no me llama profundamente la atención... no lo hace ni en lo más mínimo.
Llegamos, y el escenario no era para nada alentador: como 5 viejitas en la entrada del local. ¡Me vi con mis mejillas entre sus dedos! Scary...
No tengo nada en contra de la gente mayor, pero de a uno! No en masa. Es más, siempre he tenido mejor acogida con infantes y con ancianos, que con gente de mi misma edad.
En fin. Entramos, y en una mesa estaba mi abuelo con un tío. Ya se encontraban peleando con las conchas de sus respectivos mariscos, y ahí entendí lo que estaba pasando: ¡iba a comer curanto! Mejor dicho "Pulmay", que es la preparación hecha en olla. El curanto propiamente tal - según me enseñó mi abuelo el sábado pasado - se hace "al hoyo", por lo que decir "curanto al hoyo" es una redundancia.
Al poco rato llegaron nuestros caldos. Entre la temperatura y el alto contenido vitamínico y Dios sabe qué cosas más, me volvió el alma al cuerpo. Yo le echo jugo de limón, para que el olor sea más amistoso, pero de todas formas, es una delicia.
Mi plato de mariscos traía cosas que no había visto (lejos de una lata, claro está) en siglos: choritos, almejas, choro zapato. Eso además de las papas, el pollo y el cerdo, que se sirve todo junto... simplemente MARAVILLOSO.
Un pedazo de Chiloé en mi almuerzo. Según yo, contamina todo. Uno recuerda sus experiencias y se entera de las de otros, y todo gira en torno a un plato de comida: humeante y colorido, cuyos sabores alimentan el cuerpo y alegran el alma. Espero aprender a cocinar Pulmay o Curanto algún día.
Y como dicen los "Chancho en Piedra", quiero comer curaaanto con chapaleeeleeeeee... milcao, chicha'e manzana y aunque me dueeeleeeeee!
En las fotos: Flo, Tatú (mi abuelo paterno), el tío Pato, mi papá.
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